En estos días de felicidad y asueto, mi potencial cognoscitivo tiende a huir a climas más cálidos, abandonándome al albur de mis locuras y juegos.
No así la chanza macabra de mi psique, que danza sin piedad por los pasillos y busca las cosquillas por las noches de amantes engañados por mis lunas.

Dicho esto y en vista de que se multiplican las personas que me llaman para preguntarme ¿Pero tonta, por qué te has disculpado? pública hago mi respuesta, como pública la broma que causó todo el entuerto. Lo hago aquí porque me consta que, aunque no me comentéis, andáis por ahí escondidos.
No. Efectivamente ella no me importa. Y como sabéis los que leéis más allá de mí, todas las personas o hechos que aparecen en este blog, no son más que un recurso literario para hablar de mis propias emociones. Aquí les presento mi terrible egocentrismo de la forma más cruda que conozco. Querido mundo, mi ombligo. Mi ombligo, querido mundo.

No, realmente no me cae bien, es conocido y notorio. Y me resulta indiferente qué pueda pensar de mí. No fue por eso, queridos, bien lo sabéis. Tampoco fue, como ella me contestó, porque tenga una vida tan triste que necesite hablar de otras personas para rellenarla (¡Pero por dios!).
Me disculpé porque mi reconocido sarcasmo estaba siendo utilizado por otros para agredir. Y yo nunca quise agredir. Porque si algo tengo –mas que a veces me pese- es un corporativismo de género desorbitado que confieso, sin ponerme colorada, ante vosotros.

Porque este espacio, mi espacio, no se creó para atacar, ni para defender, ni para luchar, si no para transmitir, para sentir, para jugar.
Porque no quise, ni quiero, que a través de mí se odie. Porque no quise, ni quiero, que a través de mí se embista.
Porque no quise, ni quiero, me muestro aquí arrepentida. No de lo escrito, no de lo pretendido, si no de las consecuencias que contraje como deuda de las palabras dichas y apropiadas con desaire por descorteses cautivos de mustias limitaciones.
Por eso me disculpé, por eso volvería a hacerlo, aunque sea consciente –totalmente consciente- de que mis disculpas no las entenderán algunos, como tampoco entienden el universo que representa el espacio en el que las letras se transforman en escarcha, arrancada por los yemas desnudas de los que sí ven más allá de tangas limpios y niñas de la katana.
Porque no quise ni quiero que sigáis diciéndome que tengo demasiado corazón –porque no es cierto- vengo aquí a pedir justicia. Y lo justo es la disculpa, más que os ciegue este cariño que hace que os duela verlo.
Eso sí, yo os indemnizo.
Os doy un no parar, doces performances, el cielo, el infierno, todos los lagos de la Tierra y toda la tierra de los mares.
Os muestro la cicatriz ardiente de los nombres grabados en el dorso de mi muñeca izquierda, que beso con pasión en los amaneceres en los que no recuerdo cómo volver a casa.
Os prometo Oz y unos zapatos rojos, por poner siempre bajo mis pies dispersos mil millones de baldosas nuevas, doradas por el sol de vuestras almas.
No os ofrezco mi hogar, porque ya es vuestro. No os ofrezco mi amor, porque ya os quiero.
Os regalo mi ser, mi estar, mi nevera y mi armario, donde tengo un estante en el que guardo el corazón dejado entre los dedos.
Y os entrego, por último, un bonsái. Porque yo lo valgo.

3 a los que les dio por decir que...:

"En defensa de mis perdones"... es una frase que requiere de una profunda meditación por la tristeza de su significado y consecuencias.

¿Bien hecho? ¿Mal hecho? ¡Hecho! Y punto final con rúbrica solitaria y elegante.

Saciada la curiosidad se hace paso el entendimiento. El camino a la iluminación, al Nirvana, siempre requiere desprenderse de vendas. Claro, claro, diáfano lo veo.

No hace falta indemnizaciones, sin embargo tampoco soy tonto y me pido algunas de las cosas ofrecidas -veo que no hay sexuales, porque seguramente te dan pereza... lástima, porque yo ya querría-: Quiero el no parar, Oz (pero sin zapatos rojos, que no deseo volver de allá)y el bonsai pero con una motosierra gigante para hacer mi propia performance.

Amada Sonia, como dice Homer Simpson "Sé que puedes leerme el pensamiento... ¡Miaaau, miaaaaau, miau, miau!". Hale, besos y tal.

1:36 p. m.  

Querido Diego:
Deseos concedidos.

Al hombre de arena:
Le regalo el verde dentro de los ojos y aquella vez en la que fuí un pez globo. A cambio, quizás un día quiera mostrarnos esas suelas amarillas.

5:54 p. m.  

Y a mi sabes lo que me jode mucho???? LOS LISTOS.
hale, hale, a seguir disfrutando del verano, con zapatos o con sandalias, jajaja, da igual.

11:30 a. m.  

Entrada más reciente Entrada antigua Inicio