EL CHIRINGUITO

Pues me dije yo: coño aprovechando que estás misántropa ¿por qué no coges y te vas a un Encuentro político festivo con otras cuatromil personas?. OOOLEEE Pa chula yo y pa seguirme en ideas absurdas la de los repámpanos. 14 horas de viaje en bus con los malos. Toda la noche sin dormir. No, no por las curvas, no. Porque mi archienemiga, la niña de la katana, decidió que el aire acondicionado tenía que estar a las mil pa que ella pudiera fumar agusto.
"Oye que voy a hablar con ellos que estoy en tirantes sin chaqueta ni nada y es que ya no aguanto más". Vale, pero sé asertiva, me dice la repampanera.
Asertiva que voy. "Disculpad, es que... tenemos mucho frío y... bueno es que yo no puedo dormir y no he traído chaqueta ni nada.. y... ¿os importa que quitemos el aire?. Ésto acompañado de una cara tipo cordero apunto de ser degollado, que a mi cuando estoy triste se me quita el rictus agresivo y doy pena a dolor, no lo puedo controlar.
Pues me contesta la niña de la katana que no. Que no se puede quitar porque vamos a ser muchos y desprenderemos calor y luego si no no hay quién pare. Habló en futuro, con motivo, que en ese momento íbamos sólo nueve personas en un alsa con aire acondicionado, último modelo, a máxima potencia. ¿Pero cuánto calor desprende esta loca?. A todo esto, el bus era privado nuestro con lo que yo, muy asertiva, traté de explicarle que si en horas posteriores, por algún motivo, no sé, reproducción instantánea por esporas, multiplicidad tipo gremlins por contacto con el agua o algún fenómeno propio de su especie que yo desconozco, fueramos más en el bus, siempre estaríamos a tiempo de volver a poner el aire. Parece que no les convenció el argumento, el aire siguió y yo he pasado, probablemente, la noche más fría de mi vida. Eso sí, sin perder la esperanza de que se produjera en cualquier momento ese anunciado efecto invernadero que defendía la niña de la katana.
Por cierto, a la vuelta me mudo. Yo ya no aguanto más. O eso, o cualquier día la que coge la katana soy yo, y monto un cirio, por mi madre que lo monto. Contenta me tiene el mundo.